🏡 Permanecer

Permanecer no es inmovilidad. Es aprender a quedarte contigo incluso cuando lo más fácil sería escapar. No se trata de soportar en silencio ni de aguantarlo todo, sino de sostenerte con presencia en medio del ruido, de no huir de lo que sientes aunque duela.

Quedarse es resistir la tentación de anestesiarte, de correr hacia cualquier distracción que te aparte de ti. Permanecer es quedarte a habitar lo incómodo: ese miedo, esa tristeza, esa incertidumbre que tantas veces quisiste esconder. Porque solo permaneciendo puedes empezar a reconciliarte con ellas.

No significa renunciar al movimiento ni a los cambios. Significa decidir que, aunque todo alrededor se tambalee, tú no te abandonarás. Que tu cuerpo sigue siendo tu refugio. Que tu corazón, aun latiendo herido, sigue siendo hogar.

Permanecer duele porque te obliga a sentir lo que preferirías olvidar. Pero también te libera, porque cada vez que eliges quedarte, te demuestras que eres más fuerte de lo que pensabas. Permanecer es tenderte la mano en los días más oscuros y decirte: “Aquí sigo. No me voy de mí”.

Esta etapa se parece a encender una vela en medio de la tormenta. Pequeña, frágil, pero suficiente para recordarte que no necesitas escapar para estar a salvo. Porque cuando permaneces en ti, descubres que ya eres casa, aunque afuera siga soplando el viento.