Confiar es el acto más valiente que puedes hacer después de haber sido herido. No se trata de ingenuidad ni de olvidar lo que pasó. Es atreverte a abrir una rendija en el muro que construiste para sobrevivir.
Confiar no significa que no haya miedo, significa que eliges quedarte contigo incluso cuando tiembla todo. Es recordar que no estás roto: solo te protegiste. Que tu desconfianza no nació de la nada, sino de cicatrices que un día fueron tu escudo.
Confiar duele porque expone. Porque te recuerda que abrirse es siempre un riesgo. Pero también es la única forma de volver a vivir de verdad. Confiar no es lanzarte al vacío: es caminar poco a poco, con paso consciente, hacia vínculos que merecen tu ternura.
Esta etapa es un puente. Entre el miedo y la apertura. Entre la herida y la esperanza. Confiar no es garantía de que nunca volverás a sufrir, pero sí es certeza de que no te abandonarás otra vez. Porque la verdadera confianza empieza en ti: en sostenerte cuando caes, en creerte cuando dudas, en volver a levantarte aunque duela.
Confiar es elegir vida. Y aunque el corazón tiemble, cada vez que confías, estás volviendo a casa.
Recibe en tu correo inspiración, novedades y contenidos exclusivos del universo Albus. Forma parte de una comunidad que busca calma, sentido y un hogar emocional.
Al seleccionar una opción, se actualiza toda la página.